Una de mis canciones favoritas es “Cambio de planes”, de Los Secretos. No me canso de escucharla, aunque –como muchas de sus canciones- es triste.
Cuando la escucho, siempre pienso en el dolor que provoca la falta de sinceridad en cuestiones de amor. La canción habla de una unión rota; el que canta dice que tiene que aceptar la decisión de la otra parte. Y se acuerda de algo que le decía en broma: “Y recordé su voz bromeando en las tardes / diciéndome qué harás si hay cambio de planes”
Me puedo estar montando una película, porque no sé exactamente qué tenía en la cabeza el autor al escribir la letra. Pero, para mí, explica una ruptura que una de las partes no se esperaba en absoluto (el que canta) y tiene que asimilar y aceptar. La otra parte, sí se reservaba esa posibilidad de romper, aunque lo había expresado de una manera que parecía una broma: “Y recordé su voz bromeando en las tardes / diciéndome qué harás si hay cambio de planes”
Mensaje no compartido
Cada uno ha actuado conforme a lo que quería de esta relación: una parte la consideraba como definitiva, o al menos, estable; la otra, que podía darse un cambio de planes que se concreta en romper. Tal vez no lo dijo de forma clara, sólo lo insinuó; o tal vez el que lo oía no quería admitir que el comentario iba en serio. En cualquier caso, el mensaje (podría darse una ruptura) no era compartido por las dos partes. Por eso ahora, el que creía vivir una relación estable sufre y tiene que aceptar, con dolor, ese cambio de planes; la otra parte, probablemente, no vive ese sufrimiento. Porque ha actuado en coherencia con lo que se planteaba y esperaba de su relación.
¿Qué queremos, de verdad?
Lo que quiero destacar es que, durante el noviazgo, hay que decidir qué tipo de relación se quiere vivir. Lo que va a surgir entre ambos es lo que los dos queramos de verdad. Si uno de los dos quiere vivir este amor matrimonialmente pero el otro quiere vivirlo de otra forma (p.ej., no para siempre), no coinciden ambas voluntades. Y esto va a ser fuente de enorme sufrimiento, porque cada uno esperará de su relación cosas distintas: uno, una vida juntos en un amor para siempre; otro, un amor temporal.
Sin sinceridad no hay amor de verdad
Para evitarlo, es imprescindible la sinceridad al hablar de qué tipo de relación queremos construir juntos.Elegir los elementos fundantes de la relación depende de nosotros: ¿queremos vivir nuestro amor matrimonialmente, es decir, nos entregamos en una relación de amor definitiva, fiel y fecunda, que esto es el matrimonio natural? ¿O queremos otro tipo de relación, con otros elementos menos comprometidos? Hay que decir lo que uno quiere de verdad; y ,una vez decididos, la relación que establecemos no puede cambiar en sus elementos esenciales si no es para crecer. Si lo que falla son los principios, las raíces, entonces el sufrimiento va a ser muy grande porque falla la unión que hemos elegido.
El resto de situaciones de nuestra vida en común no dependen de nosotros de la misma manera (p. ej. podemos querer una familia numerosa y los hijos no vienen). Y, aunque también es necesario en el noviazgo hablar mucho de lo que nos gustaría para nuestro proyecto familiar , si estamos de acuerdo en lo fundamental seremos capaces de adaptarnos, juntos, a las circunstancias que faciliten o impidan que se cumplan nuestros planes.
La diferencia es que este “cambio de planes” no se hace cada uno por su lado, sino unidos; y no rompe la relación, sino que la refuerza y consolida, porque en lo esencial –nos queremos, pase lo que pase- estamos de acuerdo.
‘Cambio de planes’
Hoy empecé a andar y sin fijarme
no sé cómo llegué frente a su calle,
pero al notar mi error, al girarme,
miré hacia atrás, sin querer, y vi su imagen.
Y recordé su voz bromeando en las tardes
diciéndome que harás si hay cambio de planes.
Hoy empecé a guardar todas sus cartas,
las fotos que encontré y algunas lágrimas,
pero al tratar de juntar en una caja
todo lo que me dejó olvidé cerrarla.
Y a veces sin querer, cuando todo está en calma
la sombra del dolor asoma su cara.
Y volveré a sentir la oscuridad, a beber la soledad.
Hoy tengo que dejar su castillo en el aire,
pisar el suelo, aceptar un cambio de planes.